
En un aburridísimo y decepcionante último capitulo del serial Sira Quiroga pone punto y seguido a una época de su vida, narrada y mostrada en la serie de manera emonocionalmente desigual a través de once capítulos que han demostrado el torrente de talento que derrocha la brillantísima Adriana Ugarte, adalid de esa historia espléndidamente producida por Boomerang Tv y exhibida por el grupo Atresmedia de forma arrolladora en cifras de audiencia. Una serie que con sus aciertos y errores, con sus licencias para crear tramas no incluidas en la novela homónima de María Dueñas ha generado en mi una simpatía hacia la misma que se origina en un maravilloso primer capítulo inspirado en varios aspectos fundamentales en mi vida: la belleza femenina, la música y la luz.


Belleza femenina real sin interpretaciones por parte de Adriana Ugarte.

He definido muchas veces a la mujer ideal, la perfección no existe, y los adjetivos más importantes personalmente que resalto a una fémina es lo relativo al encanto. Una mujer con encanto lo tiene casi todo. Y apartado por desconocimiento de las connotaciones personales de la señorita Ugarte esta mujer genera encanto en su mirada, en su pose, en su persuasión, en su dulzura, en sus lágrimas, en su sonrisa, en sus labios. Me encanta idolatrar a mujeres que no están buenas y que con un plus de naturalidad enjuagan sus supuestos defectos físicos. Chapeau por esta chica porque en la serie y en muchas de las promociones que la misma ha exigido en los canales de Atresmedia a explotado y mostrado una imagen muy beneficiosa para su carrera.
La música es sin duda alguna uno de los motores de mi vida.
Una melodía de piano encubre los primeros pasos de la serie. La música que inspira tanta calma es un remanso de paz que tanto disfruto en mi universo. Seguía la serie con una ganas inmensa de escuchar la edición de su banda sonora. Con gran entusiasmo hace un par de semanas encontré por fin la música creada por Cesar Benito para la producción. Sólo puedo dar las gracias al compositor por crear una música tan maravillosa, tan cercana a la belleza inspiradora, tan cercana al elogio indefinido.
La luz. No puedo esconder que al ver una promoción de la serie ver pasear a una chica por una playa infinita con poca luz, vestida de forma casual y hasta descuidada posar sus pies sobre la arena y mojarse los pies en un paseo desgarrador inspiró una empatía tal que no pude deshacerme de ella hasta ayer noche. Será porque me transportó a hace algo más de tres años en el mismo país donde está rodada esa escena aunque un poco más al sur, que me hizo imaginar que volveré a Essaouria y su playa mágica y mística bañada por mujeres que desgraciadamente van a la playa con enormes telas cubriendo sus cuerpos. Será que aquella playa sin fin pudiera ser otra vez caminada por mi.
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